lunes, 19 de mayo de 2014

Un viaje hacia El Dorado

Hola a todos. Si es que queréis seguir leyéndome, después de tantos días abandonados. Pero, si os he tenido abandonados, tengo mis razones. Ha sido un año muy duro, lleno de esfuerzos. Lleno de exámenes, lleno de sorpresas. Ha sido un curso árido, dicen que es el más duro. Pero esta entrada no está hecha para hablar de eso. Quiero hablaros de un viaje. Un viaje que no sé si he hecho. Un viaje que, de no ser por las fotos, creería haber vivido en un sueño. 

La mañana del 14 de mayo nos vimos todos. Había muchos nervios en el ambiente. Pero terminó. Aquel último examen terminó.  Y en ese momento, en mi cabeza apareció una palabra: Bilbao. Había llegado el momento. El momento por el que todo este año de altibajos universitarios había merecido la pena. Nada más entregué el examen se me puso la carne de gallina. No sólo había acabado primero de Medicina, había llegado la hora que tantas discusiones, alguna que otra lágrima y tiempo había costado preparar: El viaje de los "Medicoblastos".

Supongo que estaréis deseando que os describa este viaje hacia El Dorado. Pues no lo voy a hacer. Considero que este viaje pertenece a aquellos que lo han hecho posible. Esos recuerdos nos pertenecen; y a aquellos a los que se los contamos no los entienden. Escaleras, candados, botxo y más escaleras. Son palabras que están vacías para vosotros, pero son palabras que para mí representan la mejor época de mi vida. Quizás allá donde íbamos no era todo de oro, ni mucho menos. Pero todo lo que los Medicoblastos han tocado, lo han convertido en oro. Son médicos en potencia, y no se han equivocado de profesión. Yo de lo que sí estoy seguro es que, a las personas que toquen, las curarán. Las van a convertir en oro. Y nosotros, los integrantes de este irrepetible grupo, estaremos ahí para tirar de todos. 

Lucía, Mónica, Ana y Alicia. Alberto, Andrea, Irene y María. Manuel, José Simón y Joao. Noelia, Carla, Almudena y por todos los demás. Aquí estamos chicos, para animar a los que animan y curan a otras personas, para tener siempre disponible una sonrisa. Para dar la mano y levantar a los que caigan, para ver siempre los éxitos y los dramas. Porque inevitablemente caminamos juntos, o todos o ninguno. Y eso, queridos lectores, es en esencia, un camino de vida; un viaje hacia El Dorado.